domingo, 7 de febrero de 2010

VUELTA Y VUELTA





María José lo cogió con las manos en la masa. Pasó por el restaurante como la que no quiere las cosas, entró por la puerta trasera y allí estaban los dos, jadeando sobre el somier de la tía Carola.

— ¡Señora el me forzó!—exclamó ella asustada, cuando descubrió la cara de María José que se había situado sobre la nuca de su marido y la miraba directamente a los ojos. El marido, ni cuenta se había dado, tan ajetreado estaba en la faena dando tumbos en el incómodo somier.

María José extrajo el revolver calibre 38 de su bolso y apuntando a la fornida espalda de su marido gritó:

— ¡Levántate cabrón! ¡Ahora las vas a pagar todas juntas!—. Sujetaba el revolver con las dos manos y esperó hasta que el hombre por fin se diera cuenta de lo que estaba pasando para escupirle el rostro. ¡ Levántate y arrodíllate hijo de puta; pídele perdón a Dios, porque vas a morir en tu propia cocina! Y tú —añadió mirando a la moza desnuda que trataba de escurrirse del somier forcejeando con el inmenso peso de su marido que amenazaba con aplastarla. Éste, en su pánico, se había olvidado totalmente de ella, y la pobre, ya le estaba faltando el oxígeno. Pero al final logró zafarse y corrió a esconderse detrás del mostrador.

— ¡Tu, desgraciada, no te escondas, ven y coge esa cuerda y átale las manos y los pies!– añadió la enloquecida María José.

Cuando estuvo segura de que su marido no era ningún peligro para ella, buscó el cuchillo más grande de la cocina y se lo dio a la moza diciendo:

— ¡Córtale los huevos!
— ¡Señora por favor!
— ¡Coño, te he dicho que le cortes los huevos!— repitió mientras se situaba frente al fogón con un enorme sartén de freír patatas. Encendió el gas y colocó el sartén sobre el fuego.
— ¡Niña, como te gustan los huevos!— Gritó desde el fogón de la cocina.

— ¡Señora por favor!— imploro la joven, le aseguro que él no lo volverá a intentarlo, tenga piedad!
— ¡Como te gustan los huevos! —repitió María José al margen de la histeria. ¿Fritos, revueltos o poché?

— ¡Como te gustan los huevos!—volvió a gritar.

— DE VUELTA Y VUELTA— respondió la joven mientras le extirpaba los testículos al marido de María José de un solo tajazo


Marco Antonio