jueves, 18 de febrero de 2010

MARCO ANTONIO


LA CHICA DE IPANEMA
 Lo primero que observé fueron sus tobillos. Estaba plantada allí, en la arena apenas a un metro de mí con las piernas flexionadas a la altura de las rodillas. El cuerpo tenso, en la clásica posición de una jugadora de voleibol. Su piel era color de piedra ahumada y brillaba bajo el sol como la crin de los caballos que se bañaban a la orilla de la playa, siempre un peligro mortal para los que como yo. se aventuraban a pasearse a plena luz del día. Se movía con una gracia gatuna, siempre reaccionando a la trayectoria del balón que iba y venía de un bando a otro. Ocasionalmente se lanzaba tras la bola en una imposible pirueta para terminar despatarrada sobre la arena con la mitad de sus protuberancias desbordándose del bikini al estilo hilo dental. Cuando esto ocurría y su rostro terminaba encajado en uno de los montículos a mi alrededor, yo podía ver con claridad, sus enormes ojos color azul medusa, sus dientes de nácar de caracol y sus labios abultados como las gambas de los arrecifes. Era una genuina chica de Ipanema y yo, uno de los cangrejos de la playa que vivía bajo la piedra en esa esquina del campo de voleibol.


Marco Antonio

MARILUZ




PAPEL MOJADO

PREGUNTAS

Posas frente a un buzón
raya al medio y diadema
los bordes deteriorados de la 10x15
dan un aire otoñal
a tu sonrisa atrapada

un neumático dejó su impronta
de barro
y emerges de un charco
a duras penas

cuál habrá sido tu rumbo
muchacha sin titulares
testigo mudo de mis preguntas

cuál tu historia suspendida
en el futuro sin dimensiones
de un papel mojado.


Mariluz

El encuentro


ÓNDE ESTARÁS AMOR?

Lo que es tuyo quisiera fuese mío,
todo lo mío a ti quisiera darte,
quisiera que tú fueses la otra parte,
de esta mitad de corazón tan frío.

Sin tu amor, es tan grande mi vacío,
que he soñado en mi camino encontrarte,
para poder con mi amor empaparte,
como te empapan las aguas del río.

Porque estás toda en mí y yo te siento,
y contigo la noche se hace día,
trocando en alegría mi tormento.

Por eso prometió que me oiría,
y sin cesar, amor repetiría,
¿dónde estarás, amor, mi amigo el viento

Mauricio

RUEDAS DE SILLAS CUADRADAS



- Cariño, voy a subir al trastero, ¿necesitas alguna cosa de allí?
- No, no necesito nada, querido, pero antes toma las pastillas y coge la mochila que hay junto al frigorífico; aunque solo sean tres días los que tardes en volver, tendrás que alimentarte; y recuerda: mañana cumples noventa y tres años.
- Noventa y dos. En fin, cuando tardaba cinco días en volver, ¿por qué tardaba tanto?; cuando lo hago en tres días, ¿para qué corro? El caso es quejarse siempre.
- (Burlona) Síííí, soy muy injusta contigo. No comprendo por qué estoy enfadada si la maldita silla de ruedas solo va marcha atrás gracias a tu habilidad. “Yo te lo arreglo, cariño”; el único problema que tenía era una ralladura; y noventa y dos los cumplo yo dentro de seis meses.
- Desagradecida. Con el espejo que te he puesto estás mucho más segura que antes. Sabes de sobra que siempre he tenido un ojo especial para esta clase de arreglos y que…, oye, ¿por dónde se va al trastero?
- Al final de la escalera hay una cadena que cuelga del techo. Cada día estás peor de la memoria.
- No comprendo por qué dices eso. No recuerdo haberme olvidado de nada.
- ¡Ya!, y los despistes que tienes, querido.
- Te reto a que me digas uno.
- Hace unos días confundiste una guía telefónica con una revista de pasatiempos y sumaste todos los teléfonos.
- También resolví todos los jeroglíficos…
- Y dale; era publicidad, querido. Dios, luego querías hacer sopas de letras con los nombres…
- Bueno, deja eso, ¿a quién le importa?
- Querido, ¿qué vas a buscar al trastero?
- ¿Al trastero? Yo no voy al trastero.
- Acabas de decir que ibas al trastero.
- Bueno, eso sería antes.
- ¿Antes?, ¿cuándo?
- Cuando iba a subir al trastero.
- Pero no has subido. ¡Ah!, me sorprende que te acuerdes de mí.
- Mujer, tú lo eres todo para mí, lo demás…
- Lo demás, ¿qué?
- …no me acuerdo.
- Te creo.
- Voy a subir al trastero.
- ¿Otra vez, querido?
- ¡Ah!, ¿ya he subido?
- No, cariño, pero antes dijiste que ibas a subir y después que no…
- Pero, ¿he subido o no?
- No.
- Pues entonces subo ahora… ¿Sabes dónde está?
- Al final de la escalera, hay una cadena…
- ¿Sabes que he vendido el coche?
- Querido, hace veinte años que no tenemos coche y ya es la quinta vez que vendes el del vecino; menos mal que siempre se lo vendes a él.
- Le he regalado, además, un paso de peatones para el trastero.
Enrique Tejon