jueves, 18 de marzo de 2010

ENRIQUE TEJÓN


DE FINISTERRE A CASABLANCA
- Camarero, tráigame un horóscopo mientras leo este ribeiro.
- Disculpe, ¿no será al revés?
- ¿Al revés?, ¿tengo que servírselo yo? Bueno, no voy a discutir pero entonces no pago, ¿eh?
- No, señor, me refiero a que le serviré un ribeiro mientras lee el horóscopo.
- ¿Qué pasa, que ahora también me dice lo que tengo que leer?
- ¡Eeeeh!, no se-señor, ahora mis-mismo le-le traigo su horóscopo.
- ¿Y quién se tomará el ribeiro, usted?
- No, gracias, señor; no puedo beber mientras…
- ¿Me está tomando el pelo? Dígame, ¿me está tomando el pelo?
- No, se-señor, ahora mis-mis-mismo le-le traigo… lo que me ha pedido.

Momentos después:
- A-aquí tiene el se-señor, señor, digo el ho-ho-ho-horóscopo-no-no-no tam-tam-tam…
- Tambores lejanos.
- Sí-sí-sí, digo no-no-no…
- ¿Está nervioso, camarero?
- Sí-no-sí-no-sí-no…
- Bien, tranquilícese; lo que me ha puesto sobre la mesa es un ribeiro; ha estado acertado; no tiene por qué estar nervioso; ¡hale!, ya puede irse.
- Gra-gra-gracias.
- En fin, veamos el horóscopo: “Intente ser lo más agradable posible. Su salud podría resentirse. No se busque enemigos ni dé la espalda a quien se haya sentido humillado por usted. Por otra parte, guárdese mucho de atacar a la gente; hoy es un día de especial nerviosismo”.
- Ca-camarero lea esto y, po-por fa-favor, si le he o-ofendido créame que lo siento mu-mucho.
- Pe-pero, señor, este es mi signo. Lo he leído antes que usted y por eso trataba de serle agradable.
- Lo siento. He sido un estúpido. ¿Puede sentarse y tomar un ribeiro conmigo? ¿Por favor?
- Está bien, pero déjeme que le invite…
- De ninguna manera. ¿Sabe?, este puede ser el principio de una gran amistad. ¿Le gusta el cine?
- De todos los bares de ribeiro en todas las ciudades de todo el mundo, va y entra en el mío. Brindemos.

Enrique Tejón