miércoles, 12 de enero de 2011


SÁBADOS EN EL DESVÁN DE LA MELANCOLÍA

Julio es un hombre que no se distingue de los demás por su aspecto o vestimenta, ni por su forma de comportarse. Aparte de su rutina laboral, sentirse sólo es una certeza que le aguarda en esta víspera de fiesta. Es una situación que, últimamente, se repite cada fin de semana y comienza a producirle hastío e impaciencia.

- Estoy bajo de ánimo y me siento asfixiado como un existencialista en sus pensamientos (se dice).

Pero Julio es un hombre metódico y reflexivo, y ya ha puesto nombre a sus estados emocionales: Estoy agotado; soy apático; me siento triste y no sé cual es su causa... Y también ha encontrado las justificaciones: Mi hijo tiene problemas continuos de salud; mi anemia no se soluciona; soy el culpable de este fracaso sentimental...
Mientras trata de encontrar una solución se suceden sábados irremisiblemente, aumentando la inquietud en el desván de su melancolía. No se acepta tal como es. Se pregunta cuánto tiempo tardará en liberarse de su viejo y egocéntrico cascarón; cuánto en desentenderse de esa atmósfera repleta de lo que pudo ser y nunca fue.

A Julio, como a todos, le ronda una esperanza de paz que podría conseguir si se relacionase con personas que le admitieran en su mundo sin exigirle boleto de entrada.

Pero no sabe dónde buscar esa mano tendida para iniciar una senda de ternura, que imagina casi infinita.



Jaime del Egido