domingo, 9 de mayo de 2010

MARCO ANTONIO


ALBA - ESTIERCOL

FINAL CON ESPERANZAS

Todos pensaban que el fin del planeta estaba muy cerca. La gravedad específica de los mares había cambiado de tal manera que aquellos objetos que unos meses atrás se hundían hacia las impenetrables profundidades de los océanos ahora parecían flotar en una zona intermedia cerca de la superficie. Criaturas que por milenios navegaron en la oscuridad soportando la inmensa presión de la masa oceánica ahora se podían observar con claridad desde el puente de cualquier embarcación. Nada crecía en la tierra porque se habían agotado los ingredientes orgánicos que contribuían a soportar la vida. Los avances tecnológicos no aplicaban porque en la Naturaleza no quedaban elementos sintetizables para producir nutrientes con qué regenerar los campos. Escaseaba el agua potable porque había dejado de llover. Con el tiempo todo dejó de funcionar y la raza humana comenzó a retroceder hacia sus orígenes mientras la población se reducía de manera exponencial.


Percepolio había cumplido los cuarenta años cuando descubrió que la única máquina que aún poseía la capacidad de regenerar materia inocua en el mundo era el ser humano. Percepolio era un valorado científico y en compañía de Andréfalus, su fiel asistente, un día al despertar EL ALBA observó como su primogénito, un bebé de tres años, que hasta entonces sobrevivía consumiendo tierra y corteza de los pocos árboles que quedaban, había comenzado a ingerir ESTIÉRCOL; también sus propios excrementos. Semanas más tarde su complexión mejoró y parecía haber aumentado de peso. Pensó entonces el científico que las condiciones extremas del planeta habían forzado una transmutación en el organismo de la especie animal hasta el punto en que podíamos sobrevivir ingiriendo desperdicios orgánicos.

Percepolio que además era ambicioso, inmediatamente formuló un plan para enriquecerse pensando en la posibilidad de que su idea resultara ser un éxito y cambiara los catastrófico pronósticos de que el fin de la civilización estaba próximo.

La tarea fue ardua. Durante los meses siguientes, los dos científicos, también comenzaron a ingerir tierra, cortezas de árboles, pedazos de piedra y, claro está, excrementos y ESTIÉRCOL. Pronto descubrieron que, al igual que la criatura, ellos también estaban aumentando de peso y por alguna inexplicable razón, no necesitaban agua para sobrevivir.

La noticia se esparció como la pólvora:Científicos en la ciudad de Aglaura han descubierto la fórmula para restaurar la vida. Por el momento sólo se podía conseguir en cantidades limitadas. Se vendía en bolsitas plásticas de doscientos gramos que costaban una fortuna.



Marco Antonio