domingo, 14 de agosto de 2011

CARMEN PASSANO













               Cartas al olvido

No éramos amigos, caminábamos juntos por el camino de la literatura y a veces charlábamos de cosas personales, pero no éramos amigos.
Me preguntaste un día para que viviéramos, si teníamos que morir y te conteste que no hay respuesta para ciertas preguntas.
Ver como alguien viene al mundo, como un pimpollo de una flor cualquiera, importante o simple, cultivada o nacida porque si en cualquier lugar, abriéndose a la vida, ver como una persona va adquiriendo experiencia en sus ojos, en la gravedad de sus gestos, la pesada carga de los sentimientos, de las frustraciones, el paso mas lento por la prudencia que se adquiere con los años.
Todo eso es un maravilloso milagro, somos una gota en el inmenso mar, que se evapora y se convierte en una gota de lluvia, pequeña, simple que ayudara a crecer a la flor.
Pero esta el amor…
Ninguna vida es completa sin esa definición, de complemento, ninguna isla formaría parte de la tierra, si el mar no la uniera al universo.
Todo puede ser una irrealidad, vivir, soñar, amar a otros o amarnos a nosotros mismos
Lo único certero es la muerte, el presente es el momento en que vivimos, el futuro puede o no llegar y un día no llegara. El pasado es un bagaje de recuerdos, y apenas nos recordaran algunas generaciones que nos precedan.
El se basaba en la identidad que creía tener, su país de origen, sus conocimientos, su cultura, no entendía las complicaciones de los destinos.
El creía, que era superior, y que por eso debería ser eterno, sin tener conciencia de las limitaciones de su propio ser, como si no hubiera nada cierto sino lo que el creía, y cualquier cosa que fuera distinta a su manera de pensar debería ser rechazada sin más.
El moriría como todos, el mundo seguiría girando día y noche eternamente, muy pocos pasan a la historia, y todos seremos olvidados, transformándonos en tierra y mar.
No preguntemos, vivamos. El olvido no responde.
Solo se olvida.