domingo, 15 de abril de 2012

EL ABUELO



¿Adónde habrá ido el abuelo?


¿Habrá desensillado el caballo tobiano en el campo lejano de las estrellas?

Con su valija de cartón, su sombrero negro y chato y sus bombachas de gaucho, estará mirando a ese viejito reflejado en el espejo de alguna laguna, riéndose y preguntando - ¿todavía estoy en la tierra?

El abuelo… mirando hacia adentro, hacia los recuerdos, contando historias del campo, mientras avivaba el fuego con algunas ramas, mirándome pensativo. ¿Y la abuela? En algún atardecer, estará sentada en su mecedora de mimbre, zurciendo las medias de los nietos para enmendar la pobreza, recitando bajito ese poema de amor que aun guardaba en su corazón.

Una calle de tierra hacia el sudoeste con yerbajos y pisadas cansadas de vaquillonas, que pasaban en las mañanas anunciándose con sus cencerros, para ofrecer la leche espumante y tibia. El tiempo grisáceo del invierno, transcurría lento en una infancia sin demasiados matices. Saltar la zanja, que separaba la angosta vereda del potrero, cazar mariposas o atrapar en el hueco de la mano algún bichito de luz.

Un cierto temor al anochecer, tal vez al viejo molino que chirriaba con el viento. El miedo a través de la vida se va adquiriendo y nos ponemos un escudo de valentía. Algunos lo dejan de lado. Yo no. Mis miedos me acompañaron siempre. La vida pasa, la vida sigue. Las cosas y los sentimientos se van quedando atrás, sin darnos cuenta vamos cambiando pero al envejecer tenemos que encontrarnos con aquel niño que fuimos y seguir mirando todo con el mismo asombro hacia los sueños. Al recordar a los abuelos quise imaginar sus vidas, pero sabía poco y nada de ellos.

No solo se heredan los rasgos de una raza, se heredan las cosas que se llevan en el alma, imperceptibles, diáfanas, nostálgicas. Los indios llevan el sufrimiento de siglos en sus rostros, los orientales la serenidad y la armonía de sus costumbres. Las mujeres transmiten de madres a hijas, vivencias y sentimientos de un pasado remoto, como los árboles en la memoria de sus especies, siempre darán el mismo fruto y la misma sombra.

Carmen Passano

Argentina.