viernes, 2 de abril de 2010

MARCO ANTONIO

                                              ME VOY DE PUENTE
                                                                            
Empezó el año inmediatamente después de tragarme la última uva. Se me fue por el camino viejo y empecé a toser y toser y a faltarme el oxígeno hasta que no hubo más remedio que llevarme a urgencias. En el camino el coche tropezó con una alcantarilla defectuosa y la uva se desprendió de mi garganta por sí sola. La mañana del día de Reyes lo celebramos con los niños abriendo regalos. Penélope y Monchito se la arreglaron para abrir todos los juguetes al mismo tiempo y el reguero de cajas y papeles que se formó en el salón fue como para llamar al camión de la basura. La pistola de Monchito disparaba chíspas y una de ellas cayó sobre los papeles y se produjo un incendio. En lo que yo fui a la cocina por una jarra de agua, ya el fuego lamía las cortinas y un costado del sofá. Tuvimos que salir corriendo a la calle en pijamas y sin zapatos, hacía un frío polar esa mañana. Los bomberos tardaron en llegar, así que para ese entonces, el piso ya se había carbonizado junto con el de abajo y el de más arriba. El inspector me acusó de negligencia, estoy citado para un juicio en las próximas semanas. Terminamos mudándonos para la casa de  mi suegra que vive con la hermana mayor de mi mujer, no está casada pero tiene dos hijos que viven con ellas. La suegra no me puede ver ni en pintura, me espía y me desprecia. Yo solamente las odio. El piso tiene dos habitaciones, así que tengo que dormí en la bañera. Hay un solo baño y siete personas con imperiosas necesidades biológicas nocturnas que me obligan a abandonar la incomodidad de  la bañera cada media hora. En el trabajo se apiadaron de mí y me concedieron unas breves vacaciones. ME VOY DE PUENTE sin decirle nada a la familia. Me llevo la pistola de Monchito.

Marco Antonio