domingo, 3 de enero de 2010





         SI ALGUIEN PIENSA COMO YO, 
              QUE ME LO DIGA …

No es tiempo el que me sobra para alargar la lengua y saborearlo todo. Es su falta lo que más añoro para poder tragarme los colores del mundo, las noches y los días, las gotas de la lluvia, el olor a pan horneado, la risa de los niños y todo lo que se acerca a mí por los cinco sentidos, sea bueno o malo. Y encuentro que me falta tiempo para todo, hasta para deshacerme de la carga emocional, producto de la humanidad que vibra a mi alrededor. Eso me desdobla. Quisiera tener un alma con suficiente espacio para amar hasta el infinito, pero no la tengo. Será porque la piel que me toca en casi todos los encuentros no lo permite, parece arder y me quema ese espacio con su propia desconfianza. Son pieles que no sudan por temor a descubrirse, su olor a miasma es real, su egocentrismo, una babosa húmeda que lame y chupa hasta consumirlo todo. A veces me siento aplastado bajo el peso de mis propias contradicciones. Lo digo en voz alta como si no me importaran un carajo los habitantes de mi entorno, pero no es verdad, me importan todos y todos me causan un descarnado dolor en el alma. No acierto a ubicarme en éste rompecabezas como lo que soy, una pieza más. Debe ser que me apesta la vida, porque nada es como uno lo sueña. He dejado de oír por las orejas para prestar mejor atención a mis fantasías y así he descubierto que el placer de vivir de sueños es más agradable que la puta realidad que perciben mis sentidos. Creo que estoy escribiendo así, porque hoy murió un amigo en un accidente de tráfico, alguien a quién aún le quedaba mucho por vivir.

Marco Antonio