sábado, 26 de diciembre de 2009

PASO DE LA OCA A LA PEROLA


                                                
                          


- ¿Cuánto tiempo llevamos en el desierto?
- Cinco meses, señor.
- En todo este tiempo solo hemos visto las palmeras que hemos imaginado, ¿no es cierto?
- Cierto, señor.
- ¿Tenemos comida?
- Hace cinco meses que no tenemos comida, señor.
- Sí, es verdad. Dígame sargento, ¿no es ya la hora de comer?
- Sí, señor.
- ¿A quién le toca hoy imaginar la palmera?, no soporto comer dándome el sol.
- Al cabo, señor.
- ¿A cuál de ellos?
- Al único que hay, señor. Recuerde que somos tres nada más.
- Ah, sí, es verdad. Como ayer me imaginé una parada militar… Sargento…
- ¿Sí, señor?
- ¿Ve aquella duna?
- ¿A qué duna se refiere, señor?
- A la que parece que es de nieve dura.
- Oh, sí señor.
- La he visto cuatro veces en dos semanas.
- Pues o estamos dando vueltas o la duna se ha movido o las dos cosas, señor.
- ¡Claro que se ha movido!; lleva dos días siguiéndonos.
- ¿Qué podemos hacer, señor?
- Disimular hasta que descubramos qué es lo que pretende. Dígale al cabo que imagine la palmera, vamos a comer. ¿A quién le toca imaginar la comida?
- A mí, señor, pero…
- ¿Sí?, ¿qué pasa?
- No me encuentro bien del estómago, señor, y me cuesta imaginar comida.
- Pruebe a imaginarla sólo para el cabo y para mí.
- Eso me cuesta más, señor.
- ¿Alguna solución?
- Que la imagine usted, señor.
- Pero-pero… yo no puedo; tengo que imaginar una conversación con altísimos representantes políticos. ¿Qué les voy a ofrecer? ¡Que imagine el cabo!
- Le recuerdo, señor, que le ordenó imaginar que lleva la invitación a los altísimos representantes políticos para que vengan a comer y tal vez no vuelva hasta la noche.
- ¿Cómo?, ¿es que van a venir antes los invitados que él?, ¿qué tiene pensado hacer?
- Dijo que quizá se retrase un poco, señor; que aprovechará para ver a una hermana que vive cerca.
- ¿Cerca de aquí?
- No, señor, cerca de los altísimos representantes políticos.
- ¿Cuánto tiempo llevamos en este desierto?
- Cinco meses, señor.
- Sería bueno encontrar una palmera que nos diera sombra, ¿verdad?
- La duna se ha movido, señor.
- Sí, lo he visto. ¡Imagine bengalas, sargento!; esta noche la sorprenderemos.

                           FIN

 Enrique Tejón