martes, 28 de septiembre de 2010

MARCO ANTONIO


Puedo imaginar la melodía en las palabras, aunque carezcan de voz. Puedo darles vida y vestirlas con nombres como: Raphaela, Natalia o Mariluz. Hasta me atrevo a dibujarlas en momentos de tristeza si aparecen cabizbajas y titubeantes. Otras veces soy capaz de unirme a la euforia caprichosa que se desprende de ellas y saborearme su sabor a miel. Sé que algún día las olvidaré, porque recordar palabras, frases o el texto de un poema o narrativa, es función de una memoria que en su incansable batalla contra la edad y el tiempo, siempre pierde.
Reconozco, porque no es ningún secreto, que nos salva el estar unidos por un ombligo universal que todo lo comparte. Desde aquél momento en que dejamos de ser polvo, si alguna vez lo fuimos, hasta ése otro en que regresamos “al no sé dónde” del que tanto se especula, siempre habrá quiénes escriban palabras como las que ahora impulsan este blog o quiénes fantaseen en silencio ante el desfile de nuestra prosa y poesía.
Quizás, algún día, este esfuerzo sea premiado y como ahora lo hacen nuestras tres compañeras, todos participemos en un intercambio de opiniones a voces sin que la sangre llegue al río.

Marco Antonio