CALLEJÓN SIN SALIDA
Volvió a mirar las fotos sobre la mesa. Nunca lo reconocerían por sus nalgas, se dijo, pero sí por su rostro. Aquello era un trabajo profesional y él, accidentalmente, había caído en la trampa. Ya podía visualizar los diarios de la mañana con su foto a todo color en la primera plana: <<Alcalde de Marbella sorprendido en situación comprometedora>>.
Pensó que esa maldita costumbre que tienen los agentes secretos de abalanzarse sobre la persona que protegen era un poco ridícula. A la primera señal de peligro te arrastran sin contemplaciones hasta que abandonas el lugar. No importa si estás en una conferencia de prensa o un discurso en el Centro para jubilados. Esta vez cuando se informó de la brecha en la seguridad, los agentes, hombro con hombro, le cubrieron hasta la primera salida por una puerta lateral y de ahí a la cocina. La idea era abandonar el edificio por un callejón donde seguramente ya esperaba la limusina oficial. Pero no sucedió así. A medio correr por los pasillos plagados de cocineros, el alcalde resbaló en una cáscara de plátano y se clavó el tenedor del chef en el culo. Entonces se activó el plan B y la caravana tomó rumbo al hospital más cercano. La limusina iba perseguida por un contingente policíaco y la correspondiente jauría de periodistas y fotógrafos. Le atendieron en Urgencias bajo extrema seguridad, pero evidentemente estos esfuerzos no fueron suficientes. Algún fotógrafo o quizás un miembro de la comitiva se introdujo en la sala de emergencias con una mini-cámara y logró sorprender al funcionario con los pantalones por los tobillos y el tenedor del chef clavado en el culo.
Ahora el Alcalde apoyado en las muletas estudiaba las comprometedoras fotos desperdigadas sobre la mesa. Sabía que no habría forma de negociar. Aquello era UN CALLEJÓN SIN SALIDA.
Marco Antonio
Parece una lectura personal de las noticias de prensa.
ResponderEliminarTus personajes tienen la agenda apretada.
Aún así manejas bien la escena.
Nos haces leer con los cinco sentidos desplegados.