Días sin ti
Sé que recuerdas el café
y aquél reloj que nos regalaba minutos
en la zona de embarque,
antes de nuestra despedida.
Cada segundo era un placer por compartir
y un dolor de olvido;
una angustia muda,
una vida sostenida por recuerdos.
Aún puedo tocar tu mano,
mirarme en tus ojos o abrazarte tierno;
susurrar el agradecimiento,
la devoción
y la súplica de que regreses.
Sé que recuerdas los gestos y las frases
cayendo como losas tristes
sobre las instantáneas felices del pasado.
¡Tanto empeño en conocernos!
¿Cómo podremos olvidarnos?
Jaime del Egido
Sé que recuerdas el café
y aquél reloj que nos regalaba minutos
en la zona de embarque,
antes de nuestra despedida.
Cada segundo era un placer por compartir
y un dolor de olvido;
una angustia muda,
una vida sostenida por recuerdos.
Aún puedo tocar tu mano,
mirarme en tus ojos o abrazarte tierno;
susurrar el agradecimiento,
la devoción
y la súplica de que regreses.
Sé que recuerdas los gestos y las frases
cayendo como losas tristes
sobre las instantáneas felices del pasado.
¡Tanto empeño en conocernos!
¿Cómo podremos olvidarnos?
Jaime del Egido
Marco Antonio comenta:
ResponderEliminarInmensa tristeza acompañando a una súplica desesperada que parece perderse en la distancia. Muy bueno
Qué buena sensación me deja ese reloj que regala minutos.
ResponderEliminarEnhorabuena, Jaime
Así es Marco: Tristeza y súplica que se pierden en la distancia y en el tiempo, que todo lo devoran.
ResponderEliminarGracias M Luz