BRAÑA Y MAR
Media tarde en la braña. La niebla no dejaba ver a dos pasos. Mario juró por enésima vez; la vaca no libraba y él no quería molestar al veterinario. Aparte de ser muy caro, cuando llegaba, casi nunca hacía falta.
—Sí tenía razón el abuelo—mascuyó. Por cuarta vez limpió alrededor y echó más paja.
—Sal, necesito más sal…
Noche de estiércol.
Lejos en altamar, Berto el hijo de Mario, desde la cubierta del pesquero saludaba al naciente sol.
<<—Si ye neña será Alba.>>
Marco Antonio dice:
ResponderEliminarMe he quedado con las ganas de ver una vaca parir. Lo del estiércol ... bueno eso es otra cosa. Me gusta tu estilo y el toque asturiano.
Igual que una güela mía que contaba bien y poco.
ResponderEliminarSiempre te dejaba con gana.
Enhorabuena, torbellino.