martes, 2 de agosto de 2011

CARMEN PASSANO


El tren que venia de los suburbios de Buenos Aires, parecía resoplar llegando a Retiro.


Bajaba como siempre caminando lentamente como si no quisiera llegar, se dirigía hacia el subte. Esa monotonía la aburría, llegar a la oficina, sentarse ante la maquina de escribir por largas horas y atender a los vendedores de esa editorial.

Todos los días iguales, y el alivio cuando el reloj marcaba las horas de salida.


Ese día sin embargo fue distinto, a veces en la hora del almuerzo se iba a un cine de la calle Lavalle, luego comía una porción de pizza en Las Cuartetas y eso la hacia sentir un poco libre.


Camino hasta Florida, chocándose con la gente que iba siempre apurada, entonces un policía disparo hacia unos asaltantes que perseguía…

La calle mojada todavía con la llovizna la recibió en sus brazos, el río humano se detuvo por un rato amontonándose perplejos, otros huían despavoridos.

La sirena de la ambulancia no tardo, y se la llevaron.

Un libro cayó hacia la vereda indiferente, mojado de lluvia y sangre.

Al rato todo seguía igual, la gente caminaba presurosa, sin saber bien para que…

2 comentarios:

  1. Jaime, desde Oviedo8 de agosto de 2011, 6:07

    Para que nos atrape la rutina o nos pille un golpe desgraciado del azar, siempre habrá tiempo y posibilidades.
    El relato me resulta gráfico. Me deja claro que debo disfrutar el presente desde ahora mismo.
    Gracias

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  2. La gente caminaba presurosa sin saber bien para qué... ay por favor!! qué hondo me ha calado! Has hecho una semblanza tan precisa...

    un saludo desde un rincón argentino!

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