martes, 16 de marzo de 2010

ENRIQUE TEJON




GANZÚA DE JUDO

-          Pero-pero… ¿quiere venderme un avión sin alas?
-          Ah, ¿se ha dado cuenta de ese detalle? No se moleste en agradecérmelo.
-          ¿Agradecérselo?
-          Pues, claro. Piense que de esta manera no se le escapará volando; si se lo vendo con alas tendrá que comprar una jaula y eso le saldría más caro.
-          ¿Qué tonterías está diciendo? ¿Una jaula para un avión?
-          No, la jaula es para usted.
-          ¿Me vende un avión sin alas y una jaula para mí?
-          Oiga, ¿sólo sabe hacer preguntas? Vale, yo también le haré alguna.
-          Bueno, ¿por qué no me hace la pregunta?
-          Vaya, sólo quedaba una y la ha hecho usted; estará contento.
-          Pero, ¿qué hay del avión?
-          ¿Qué pasa con el avión?
-          Quiero unas alas.
-          ¿Qué es usted, un ángel? ¿Por qué hago tantas preguntas? Amigo, devuélvame mis respuestas.
-          Caballero, hemos hecho un trato: dijo que me vendería un avión y lo quiero con alas.
-          Está bien, está bien, le daré unas alas en cuanto las tenga; entre tanto me da el dinero y ya puedo volar.
-          ¿Puedo volar?
-          Puedo volar… usted. ¿No sabe que ahora se dice así? ¿Dónde ha estado los últimos treinta años?
-          Pero, ¿cómo voy a volar sin alas? Lo que quiero es ver todo a vista de pájaro.
-          Ah, lo que necesita son unas gafas. Tenga le doy las mías. Ahora tendrá que pagarme…
-          ¡No pienso pagarle nada!
-          ¿Qué clase de ángel es usted?
-          No soy un ángel.
-          No lo jure. Debería darle vergüenza; intentar engañar a una persona que solo piensa en su dinero.
-          Usted lo que quiere es estafarme; me voy.
-          Muy bien, váyase, váyase; desde que ha dejado de hacer preguntas tengo escalofríos.
-          No pretenderá que no le pida explicaciones.
-          No, pídalas, pero cierre la puerta.
-          ¿Dónde está la puerta?
-          ¿La puerta? Oh, no, quise decir la muerta; cierre a la muerta; le debo dinero.
-          Pero, ¿dónde está la puerta?
-          Vale, vale, la quité para hacer las alas del avión; hoy es su día de suerte, amigo, no le voy a cobrar la cerradura.

Enrique Tejón

3 comentarios:

  1. Marco murmura:
    Esto es una demencia exquisita. No quisiera naufragar en una isla desierta con lo que habita dentro de tu cabeza. Muy, pero muy bueno.

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  2. Enrique: Contigo, los Hermanos Marx no tendrían problema para encontrar guiones.
    Y si me permites: ¿Dónde están los "guiones" de la conversación de los personajes?

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  3. Yo me quedo con aquello de "devuélvame mis respuestas".
    Nuestro día de suerte es cuando pillamos un relato tuyo, Maese Tejón.
    Estupendo.

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